Si haces el pedido Ahora de + 30€
Pubicado el : 10-03-2023 17:34:42
Tabla de Contenidos
Los narcos de la marihuana no son tan conocidos como los de la cocaína, pero sin duda alguna, vale la pena conocer su historia. Klaas Bruinsma era alguien atípico y un traficante prolífero. Esta es su historia. Klaas Bruinsma fue un holandés que se caracterizó porque durante los 70 y 80 se le consideró como el capo más prolífero e influyente de Europa. En nuestro grow shop te lo contamos todo.
Esto gracias a su capacidad de importar maría y hachís por toneladas de Marruecos y Pakistán a diferentes países europeos. Así que deja que te contemos la historia de este hombre, parte por parte. Presta mucha atención.
Su maría y su hachís podías encontrarlo a través de Thea Moear, la cual fue su socia en el Coffee Shop con sede en Ámsterdam. Como curiosidad, Klaas Bruinsma venía de una familia muy rica, de las más adineradas de Holanda, ya que su padre, Anton Bruinsma, fue el fundador de la famosa refresquera Raak. Echa un vistazo a asociaciones cannabicas.
Que esto no te confunda, Anton era conocido por su sadismo como padre, cualidad que aprendió y aplicó sin dudar en su adultez Klaas. Cuando Klaas cumplió 4 años, su madre lo abandona y vuelve a Inglaterra, por lo que fue criado por su padre y un arma de llaves.
De acuerdo a lo expuesto en Los Señores de la Droga, un documental realizado por Netflix, la mayor lección que le enseñó Anton a su hijo fue no fiarse de nadie. Para ello, lo subió hasta la parte superior de un armario con sólo cinco años.
Luego hizo que saltará de éste y lo cogía en el aire. Tras tres saltos, en el cuarto, Antón dejó que Klaas cayera contra el suelo, para que aprendiera que no debía confiar en nadie.
La primera vez que se le pilló vendiendo marihuana fue a los 16 años, concretamente vendiendo hachís en su instituto educativo y fue arrestado por primera vez, aunque al final sólo fue una advertencia y fue liberado por ser menor de edad.
Pero nada funcionó: Klaas Bruinsma no se arrepintió, sino que continuó con sus actos delictivos hasta que fue expulsado un par de meses después del colegio, lo que lo motivó a dedicarse por completo a las drogas.
Cuando corría la mitad de los setentas, comenzó a vender hachís en el bar Popeye.
Pero tenía un único problema: no tenía credibilidad callejera. Esto se debe a que vestía ropa de calidad y costosa, por lo que tenía un look de niño rico que le impedía ser tomado enserio en el mundo del narcotráfico.
Su solución fue obvia: conseguir un socio. En este caso: una socia. Thea Moear era una mujer de apariencia escultural, ganadora de un concurso de belleza, pero era hija de traficantes y su infancia transcurrió en el Barrio Rojo de Ámsterdam. Tras conocerse, asociarse y dejar pasar unas semanas, crear un Coffee Shop llamado el Buggie, sede de una de las relaciones criminales más prolifera.
De forma súbita, eran los reyes de la hierba en Europa.
Al cosechar el éxito de su negocio, Klaas Bruinsma decidió comportarse como los camellos de décadas anteriores. Inició esnifando cocaína, frecuentando prostitutas de alto nivel mientras caminaba por las calles con los bolsillos repletos de florines.
Tenía una clara intensión, un objetivo que lo obsesionaba: tener más poder y dinero que su padre.
Para su desgracia, tan extravagante modo de vida hizo que la atención de las autoridades holandesas se fijara en él e incluso armaran una división dedicada al crimen organizado, donde rápidamente el nombre de Klaas Bruinsma comenzó a figurar.
En torno a Thea Moear, su gran socia, demostró tener un gusto por los hombres poco apropiado. En un inicio: se casó con Hugo Ferrol, adicto a la cocaína que le disparó en la cara fallando por centímetros en plena sobredosis. Klaas Bruinsma ordenó su muerte y a nada estuvo terminar preso.
Para el 83, otro novió de Moear se negó a cancelar una deuda y Bruinsma, solo y armado, inició un tiroteo donde acabó con la vida del hombre, pero sufrió una herida en el estómago que casi le cuesta la propia.
Tras sobornos y pagar sumas escandalosas, logró que en vez de acusarlo de asesinato y pasar toda su vida en prisión, se le condenara por homicidio involuntario y la pena fue de dos años. Ya para el 86, asustada de la violencia, Thea se había alejado del negocio.
El 27 de junio del 91 la desgracia lo alcanzó finalmente. Discutiendo en el Club Hilton en la madrugada, se encontró con Martin Hoogland, un policía retirado convertido en sicario, el cual no dudó, sacó su arma y le vació acabó con su vida.
Muchísimas cosas. El legado de Klaas Bruinsma late todavía en Países Bajos y la sombra de muerte, violencia y destrucción que acarreó hizo sombra hasta al príncipe Friso de Orange, a quién le correspondía en el momento el segundo lugar en la línea sucesoria. Esto se debía a que Friso anunció públicamente su compromiso con Mabel Wisse Smit y en poco tiempo estalló en los medios que la señorita Wisse había tenido un noviazgo con el narco.
Públicamente la señorita Wisse reconoció que tuvo contacto con Klaas Bruinsma de forma ocasional, pero que jamás habían sostenido alguna clase de relación y los servicios de inteligencia de Países Bajos elaboraron un comunicado indicando que entre Wisse y Bruinsma jamás hubo tipo alguno de relación.
Incluso en el comunicado se deja en claro que Wisse había roto con Bruinsma nada más se enteró de cuál era su trabajo.
Pero esto sirvió para absolutamente nada. Días después de que se emitiera el comunicado, apareció un ex guardaespaldas de Klaas Bruinsma en televisión nacional y declaró que Wisse siempre fue el amor de la vida de su jefe, pues había sido la mujer más interesante que se pudo haber cruzado Bruinsma.
Tras múltiples precioses políticas y sociales, el Parlamento Holandés elevó un comunica donde desaprobaba el enlace y éste no se llevó a cabo hasta que el príncipe Friso renunció a todos sus derechos de sucesión.
¿Qué opinas al respecto?
Compartir este contenido